Publicado el 7/03/2014
Esta degeneración de los tejidos orgánicos afecta sustancialmente al tendón supraespinoso, responsable de «la elevación del brazo, máxime cuando asciende por encima de los noventa grados», explica, por lo que tiene entre sus damnificados a personas que trabajan de forma repetitiva con las manos, como cocineras, electricistas, pianistas o señoras de la limpieza.
La dolencia es tan aguda que «les impide, incluso, hacer gestos tan habituales como abrir una puerta, coger una prenda de vestir de la repisa de un armario, cambiar de marcha en un vehículo o insertar el tique de entrada o salida de un aparcamiento», comenta la doctora Guillén.
«La calcificación es como una piedra que crece poco a poco en el interior del tendón: la hiperpresión reiterada sobre éste provoca sangrado, que a su vez forma calcio, un elemento químico que se hace más grueso con el paso del tiempo y que finalmente terminaba desencadenando un proceso de dolor penetrante, más aún cuando existe una presión de la articulación acromioclavicular», detalla.
En opinión de Isabel Guillén, era una enfermedad que los traumatólogos «no tenían bien resuelta» porque la rehabilitación no eliminaba la piedra y la táctica a base de ondas de choque acústicas para «traumatizar la piedra y desmenuzarla para que el organismo la absorbiera, además de dolorosa, no resultaba fiable».
La única solución, por tanto, pasaba por una intervención quirúrgica: «Abríamos el tendón, limpiábamos la zona calcificada y cerrábamos la herida; pero aún así, dejábamos un hueco. Y todo en una operación en la que resultaba difícil identificar el calcio».
En la actualidad se localiza la piedra bajo control ecográfico, se anestesia la zona dolorida, se pincha la calcificación y se aspira. Cuando el calcio se encuentra muy solidificado «lo «microtraumatizamos de tal manera que se reabsorbe por el propio organismo», garantiza.
Este procedimiento médico se ejecuta en veinte minutos, sin necesidad quirófano, y el enfermo vuelve a casa con una sonrisa y «prácticamente sin dolor», asegura la doctora Isabel Guillén, quien nos cuenta que sus pacientes, por si fuera poco, «vuelven a dormir por la noche».
Comentarios recientes